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Paz

Writer's picture: Ministra Arlene I. SalcedoMinistra Arlene I. Salcedo

Updated: Dec 9, 2020

Saludos, hermanos, bendecidos. Hoy quiero hablarles muy brevemente sobre la paz. El mundo está viviendo tiempos de injusticias, incertidumbre y miedo. Los síntomas de la guerra espiritual se ven a diario. En medio de las conversaciones cotidianas, la gente pide paz. Aunque vemos que la palabra paz es comúnmente utilizada, el término en el aspecto bíblico y espiritual es mucho más profundo que las implicaciones cotidianas que se le da al nombre. En el léxico mundano la palabra paz es utilizada para expresar ausencia de conflicto, armonía, sin embargo, nosotros, la iglesia cristiana, sabemos que la paz es algo mucho más abarcador y profundo. Sabemos que aún en medio del conflicto, podemos experimentar paz.


La Biblia nos enseña que Dios es un Dios de paz. “ Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,” (1 Cor. 14:33). Él es el origen de la paz: “Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros.” (2 Tes. 3:16) Ese Dios de paz nos ama tanto que sacrificó a su hijo unigénito para la salvación de los hombres. Asi, pues la Biblia también describe a nuestro salvador como un príncipe de paz: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6)


Al ser salvos por gracia, por medio de la fe y alcanzar salvación por el sacrificio de Jesucristo, podemos tener paz: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. “ (Romanos 5:1). Lejos de la presencia de Dios no es posible tener paz. Gracias al Cordero de Dios los pecados del ser humano fueron lavados, pues somos carentes de méritos propios para justificación alguna. El sacrificio de Jesucristo nos reconcilió con el Padre y abrió las puertas del cielo para nosotros. Sería imposible tener paz sin que los lazos con Dios se hubiesen restaurado. Es precisamente la salvación la que nos permite alcanzar la paz de una relación con Dios y lo que eso implica.

En sus años de ministerio, Jesús nos fue ejemplo de vida. En sus enseñanzas, que son la guía para la vida cristiana, está el cimiento de Su paz. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33) Jesús vino a romper las reglas del mundo que desviaban el camino del hombre. La corrupción del ser humano impide una vida de plena paz. En Jesús, sin embargo, encontramos el camino y la verdad para alcanzar el Reino lo que genera una certeza interior de la cual derivamos paz. Aún en medio del conflicto esa certeza nos sostiene, nos fortalece. ¡Cómo no sentir paz si hemos sido rescatados, amados, justificados! “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan 14:27) Somos bienaventurados de recibir de Cristo el regalo de Su paz, no la paz del mundo que es simple, llana y pasajera. Ya no tenemos que temer porque no estamos solos, Jesucristo no solamente nos salvó sino que nos dio con su vida herramientas para vivir una vida conforme a la fe. Así también nos dejó el Espíritu Santo para que sea nuestro compañero en el viaje de la buena batalla de la fe, proveyendo consuelo, entendimiento, sabiduría y discernimiento. ¿No es eso otra razón para tener verdadera paz?

Tenemos un Dios fiel y todopoderoso que nos ama, que es nuestro proveedor, nuestro refugio y nuestro auxiliador. Sabemos que fuimos salvos y podemos tener una relación personal con Dios y hablarle, que Él contesta nuestra oración. Sabemos, además, que tenemos un perfecto mapa hacia el cielo: Jesús el camino. Sabemos también que pidiendo en nombre de Jesús nuestras peticiones serán concedidas. La propia Palabra de Dios se refiere a los evangelios como evangelios de paz (Efesios 6:15). Entonces, si tenemos en la Palabra de Dios una exposición extraordinaria de razones para tener esperanza, ¿cómo no tener paz? “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7).

Esa paz inconcebible para el hombre es la que a pesar de todas las adversidades de la vida nos acompaña si tenemos fe, aceptamos a Cristo como Salvador y le emulamos. Esa paz es real, cierta, verdadera y está cimentada en la certeza de nuestra salvación y relación con Dios. Esa paz está en el conocimiento de Dios y de quiénes somos en Cristo y por Cristo. Descansamos en esa realidad, en esa certeza. Te invito a experimentarla. SHALOM

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Gracias por tus palabras muy en especial estas: “Jesús vino a romper las reglas del mundo que desviaban el camino del hombre”. Sabemos que todo lo que está sucediendo en el mundo Dios lo utiliza para acercarnos a Él Son esas contrariedades en donde podemos ver el amor y el poder de Dios. ¡Adelante en Cristo y Gracias!

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