Desnudos nacemos, sin posesiones. Según vamos creciendo, nuestros padres nos inculcan a agradecer lo que recibimos. El sentido de gratitud, sin embargo, es personal. La gratitud tiene que nacer del corazón. Ser agradecido es mucho más que simplemente decir “gracias”. Ser agradecido es reconocer que alguien, graciosamente ha tenido alguna bondad para con nosotros. Ser agradecidos es apreciar genuinamente lo que se nos ha dado, es una actitud.
Así, naciendo desnudos, todo lo que tenemos se lo debemos a Dios. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:17 RVR60)
¡Cuán grande y misericordioso ha sido y es el Señor con nosotros! Tan así, que, sin merecerlo, envió a su unigénito para que fuésemos salvos. Dios merece toda gloria, toda honra, todo honor y nuestro más genuino y profundo agradecimiento. Incluso Jesús nos dio ejemplo de la importancia de dar gracias: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.” (Lucas 22:19 RVR)
La Palabra nos exhorta a ser constantemente agradecidos con Dios. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7 RVR60) Vea usted, lector, que este versículo nos insta a no estar ansiosos, sino a pedir a Dios con “acción” de gracias. Esto significa con actitud y muestra de agradecimiento, sabiendo que El tiene control de todas las cosas. Entiéndase, que no es pedir y decir gracias. Es pedir, creer que Dios nos dará lo que es mejor para nosotros, sin estar desesperados y con miedo. Vea usted que el versículo dice, primero: no estar afanosos (ansiosos), o sea, confiar; segundo: pedir con acción de gracias (pedir con actitud de agradecimiento por lo que Dios en su perfecta voluntad responderá) tercero “Y” (entonces) “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (recibiremos la paz de Dios para nuestra mente y nuestro corazón por los méritos de Jesucristo.
Entendamos que nosotros por nosotros mismos no tenemos méritos. Hemos sido salvados por gracia a través de la fe. Nuestra victoria proviene de Jesucristo pues la justificación implica la remoción del pecado que Cristo pagó en la cruz y la imputación de que méritos (ser justos) por Cristo. “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Corintios 15:57 RVR60) Reconocerlo tiene que traer como consecuencia natural el agradecerlo de corazón, genuinamente y traer como “acción de gracias” una vida donde Dios sea centro y eje. El agradecimiento tiene que ser espiritual y manifestarse en la carne.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18 RVR60)
Comments