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Writer's pictureMinistra Arlene I. Salcedo

Fruto del Espíritu: El gozo del Señor

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,

mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23 RVR60)


El gozo del Señor no se refiere a la típica alegría humana, no es alegría mundana producida por eventos de la vida diaria. El gozo del mundo no es pleno, es vano. Por contraste, el gozo del Señor es un júbilo o regocijo espiritual que nos da el Espíritu Santo y que no depende de circunstancias. "Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas falten en el aprisco, y no haya vacas en los establos, con todo, yo me alegraré en Jehová, y me regocijaré en el Dios de mi salvación" (Habacuc 3:17,18) Este gozo sobrenatural puede ser experimentado aún en medio de la adversidad y la tristeza: “como entristecidos, mas siempre gozosos; […]” (2 Corintios 65:10.)


Este gozo es el que se siente cuando Dios tiene el primer lugar en nuestro corazón, cuando no nos duele rendir nuestra voluntad a Él. Es un gozo que lo da el Espíritu Santo y surge a partir de la fe: “Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13) Vemos cómo la esperanza de la fe nos llena de gozo: “gozosos en la esperanza […]” (Romanos 12;12). Así lo experimentó Jesús: "El cual por el gozo puesto delante de él soportó la cruz, menospreciando el oprobio" (Hebreos 12:2). Así nos lo dice Pedro hablando de Cristo “a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;” (1 Pedro 1:8) ¡Ni el propio Pedro tenía vocabulario para describir el gozo del Señor, pues nuestras palabras se quedan cortas!


Tener el gozo del Señor es un adelanto del reino de Dios “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” (Romanos 14:17)

Y es que el gozo solamente puede surgir cuando existe un vínculo de comunión (koinonia) como vemos a continuación: “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.” (1 Juan 1:3-4). Lo dicho es reiterado por Juan en referencia al vínculo entre nosotros con Cristo y a través de Él, con el Padre. "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Juan 15:1l) Entendamos que a través de aceptar a Cristo nos hacemos hijos adoptivos del Padre y al bautizarnos recibimos el Espíritu Santo que Cristo dejó para que fuese nuestro auxiliador. Entonces, viviendo una vida de imitar a Cristo vamos madurando espiritualmente y recibiendo los dones del Espíritu entre los cuales se encuentra este maravilloso gozo. “Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,” (1 Tesalonicenses 1:6)


Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.” (Juan 16:24) Estas palabras de Jesús son contundentes. Tenemos que pedir en su nombre y pedir conforme a la voluntad de Dios para poder recibir y como consecuencia nos llenaremos del gozo del Señor. Claro, es que, si pedimos conforme a la perfecta voluntad de Dios, creceremos espiritualmente y nos llenaremos de ese gozo no alcanzable para el mundo. Ese gozo es un estar lleno de Dios, tener esa alegría perenne de tenerlo, amarlo y saber que nos ama. Por eso se nos exhorta a estar siempre llenos del gozo del Señor así: “Gozaos en el Señor siempre; otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4) Tenemos que mantenernos dentro de los caminos de Dios y no apartarnos para que podamos estar en toda circunstancia y en todo momento llenos de Él, gozosos.


Para los que podemos experimentar este don, no hay nada que se le compare. Nada mundano puede equipararse. De verdad no hay palabras. Es como vivir enamorada del Señor, es sentirlo parte de mí, sabiendo que cuento con Él, es sentirme segura, protegida, amada como toda hija del Rey. Ven y regocíjate conmigo.


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