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Writer's pictureMinistra Arlene I. Salcedo

Navidad... ¿y después qué?

Cada año conmemoramos el nacimiento de Jesús. Alrededor de dicha celebración ocurren multiplicidad de eventos en nuestras vidas tanto en capacidad espiritual, como personal, social y familiar... ¿y después qué?


Hoy quiero invitarte a reflexionar en el significado de la Navidad. Dicha palabra es derivada del latín “nativitas” que significa “nacimiento”. De ahí surge el nombre para la celebración cristiana del nacimiento de Jesús el Hijo de Dios y Salvador nuestro.


Fuera de Jesús no hay Navidad, es indudable. Por eso, atendiendo sus palabras quiero enfatizar que así como el Verbo se hizo carne y habitó entre la humanidad naciendo de una mujer, así el ser humano tiene que nacer de nuevo para alcanzar el Reino del Señor: “ Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3 RVR60)


Por lo tanto, conmemorar el nacimiento del Salvador nos debe recordar el renacimiento necesario en nosotros mismos. Ese renacimiento interior fue recalcado por Jesús, explicado así: “ Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5 RVR60)


Así que conjuntamente con Jesús habremos de nacer, debemos renacer. Mira el pesebre, mira ese recién nacido. Mírate en Él. Esa es tu meta y mi meta, ser como Jesús, renacer para imitarle. Eso es ser cristiano: ser como Cristo. Seamos sus ojos y sus manos, sus pies y su voz. Hoy renacemos en ese pesebre. ¡Feliz Navidad!




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