Recuerdo que en mi niñez me impactó muchísimo la historia de Salomón, quien pudiendo pedir cualquier cosa, pidió a Dios sabiduría. (1 Reyes 3) Desde entonces, he orado a Dios pidiendo sabiduría. En mi ilusión de niña pensaba que para ser sabio bastaba ser inteligente y educado. Hoy sé que la sabiduría implica mucho más que la instrucción, mucho más que la educación y mucho más que la inteligencia humana.
La verdadera sabiduría viene de Dios, no depende de esfuerzo humano.
La sabiduría es un regalo o don de Dios quien es omnisciente.
“Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.” (Proverbios 2:6 NVI)
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5 RVR60)
La sabiduría requiere que tengamos temor de Dios.
Si no tenemos temor de Dios (reverencia y respeto a Dios, no miedo) no recibiremos Su sabiduría.
“Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.” (Job 28:28 RVR60)
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” (Proverbios 9:10RVR60)
“El temor del Señor es el principio del conocimiento;” […] (Proverbios 1:7 NVI)
“El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría;” […] Proverbios 15:33NVI
Los conceptos de inteligencia y sabiduría humanas no alcanzan la profundidad de la sabiduría que Dios nos regala.
La sabiduría humana puede ser usada para el mal, puede ser pecaminosa, sin embargo, la que nos da el Señor tiene efectos edificantes, positivos.
“En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.” (Santiago 3:17 NVI)
“Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: Él atrapa a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los razonamientos de los sabios, que son vanos.” (1 Corintios 3:19-20 RVR77)
Por eso se nos advierte claramente que no podemos depender de nuestra limitada capacidad, sino de Dios.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos Y él enderezará tus veredas.” No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;” (Proverbios 3:5-7)
“El que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado.” (Proverbios 28:26 RVR60)
La sabiduría que proviene de Dios es evidente.
La sabiduría se manifiesta en el comportamiento.
“¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en mansedumbre.” (Santiago 3:13 RVR60)
“En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.” (Santiago 3:17 NVI)
La sabiduría implica discernimiento.
Requiere entendimiento moral, verticalidad que solamente existe dentro de la voluntad de Dios.
“La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento.” (Proverbios 4:7 NVI)
“La ley del Señor es perfecta:
infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al sencillo.” (Salmos 19:7 NVI)
“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento perfecto y en todo discernimiento, para que sepáis aquilatar las cosas más importantes, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo,” (Filipenses 1:9-10 RVR77)
“No os adaptéis a las formas de este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo que le agrada, y lo perfecto.” (Romanos 12:2 RVR77)
Y usted, lector, ¿también quiere la sabiduría de Salomón?
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