“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17 RVR 60)
El que habla porque ha recibido discernimiento o revelación divina no trae conocimiento o palabra contaminada, su mensaje es puro, exacto y preciso. Al mismo no le falta ni le sobra. Su conocimiento y mensaje es de paz, de armonía, no de altercados. No trae arrogancia o maldad. Conlleva nobleza y bondad, no es agresivo. Conlleva compasión y misericordia, no es impío, ni cruel, no es egoísta. Es un mensaje positivo. Es un conocimiento fructífero, productivo. El mismo es firme y sin dudas, sin ambigüedades, es claro, diáfano. Es honesto, sincero, digno, vertical.
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” (1 Juan 4:1 RVR 60) No demos por sentado que todo el que menciona a Dios es de Dios. Ya hemos sido advertidos: “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros[a]?». 23 Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad». (Mateo 7:21-23)
Puesto que el temor de Dios es el principio de toda sabiduría, (Vea Proverbios 1:7) la sabiduría que viene del Señor no puede tener ninguna característica contraria a la esencia de Dios. Si alguien se hace sabio en una opinión contraria a la Palabra, esa no es sabiduría de lo alto, eso, por el contrario, sería ser sabio en su propia opinión. (Vea Proverbios 3:7)
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