Mateo 5: 13-16
3 “Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.
14 Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. 15 Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.”
¿Qué significan las palabras de Jesús en el Sermón del Monte “Ustedes son la sal de la tierra” y “Ustedes son la luz del mundo”?
Bueno, comencemos diciendo que antes de que existieran los refrigeradores (neveras) la sal se utilizaba para preservar la carne. Dicho esto, cuando Jesús dijo a sus discípulos que ellos son la sal de la tierra lo que les quiso decir fue que ellos conservarían la justicia, la virtud en el mundo si actuábamos como Él. Sin cristianos y sin cristianismo el mundo y la humanidad se echarían a perder.
Jesús dijo, además, que tenemos que dejar que nuestra luz brille. ¿No es maravilloso que Jesús nos pusiera en la posición especial de dirigir vidas hacia Él? No por nuestros méritos, pero por gracia a través de la fe. Nuestra misión como cristianos, es hacer discípulos de todas las naciones (Mateo 28:19). Para poder lograrlo, primeramente, tenemos que ser discípulos nosotros mismos; discípulos de Cristo, por supuesto. Tenemos que rendir nuestra voluntad a Él y mostrarle al mundo los dones y bendiciones que Dios nos ha otorgado: dejemos que nuestra luz brille! Todo lo que hagamos debe ser guiado por Jesús y reflejarlo.
Así que les exhorto: Manténgase salado y brillante!
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